Me habló como quien le habla a un niño: sin ira, sin amargura, con toda la dulzura de la que fue capaz; pidió permiso para quedarse en mi casa, beber de mis aguas… pedía reposar. Era bella, tan linda como un beso de amor sin porqués ni razones, tan delicada como un suspiro, tan sola y desamparada como la caricia que nunca se da.
La mano del hombre hirió su magia… y ella no pudo volar. Quiso morir a mi lado, cerca de mis latidos, donde el sonido de mi voz le dio la fuerza para, en un último intento… Alcanzar el cielo una vez más.
menCar
La mano del hombre hirió su magia… y ella no pudo volar. Quiso morir a mi lado, cerca de mis latidos, donde el sonido de mi voz le dio la fuerza para, en un último intento… Alcanzar el cielo una vez más.
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