miércoles, 16 de noviembre de 2011

HABLALE TU, POETA


Háblale mi querido poeta...
tú que tienes la llave de los cien cielos,
dile que mi alma vaga desnuda
condenada al destierro,
que ya no brotan lagrimas
de estos; mis ojos quietos,
háblale desde el desgarro de tu verso,
cuéntale que vivo por él…
dibújale palabras que se vistan de besos.
Háblale tú qué sabes
hablar en voz de silencio,
cuando rozas cantares
adornando de melodía el lienzo.
Dile que yo ya no soy
ni flor, ni luz, ni viento,
ni brisa que supere el camino
que me acerca hasta su cuerpo,
 háblale desplegando la magia
que guardan tus finos dedos,
recuérdale que mi vida por él vive,
cuéntale que sin él la noche me encuentra
… y muero.

menCar

martes, 8 de noviembre de 2011

EL MAR LO SABE


Aun huele a ti este silencio que me rodea
que me abriga entre sus alas
en agonizante rumor de marea.
Sabe el mar de tu recuerdo
cuando lloro el claro de tu ausencia
mientras bajito acuno tu nombre
desde este corazón que te anhela.
En el agua hundo mi presencia
y me emborracho de arena
dejando que me mienta con tu imagen;
irreal pero tan bella…
Dulce sal en la que me sumerjo
hasta perder la conciencia,
es entonces cuando el mar en un susurro
me mece y balancea
acunando los te quiero
que no encuentran el camino de vuelta.

  Para ti.      menCar 

EN EL CALOR DE MIS MANOS



Por unos segundos vuelves a mis manos
a desvestir con tu piel mi impaciencia,
rozando con cada caricia el cielo
que en noches como esta me vela.
Llegas rompiendo la aurora,
sin pedirle permiso al alba,
para que ruegue mi boca
cuando mis sueños te llaman.
Quedo el silencio me cuenta,
recordándome que no estás conmigo,
cuando en noches como esta necesito de tu abrigo.
Mi manta no cubre esta fría soledad
sabiéndote que ya no eres mío.
La madrugada me araña un tímido te amo
cuando de noche visitas mis sueños,
y por unos segundos vuelves al calor de mis manos.

menCar

jueves, 3 de noviembre de 2011

EN MI BOLSILLO GUARDO BONDAD

La calesa frenó su paso frente a la tienda de comestibles, el criado bajó raudo y abrió la puerta del carruaje; asomaron con decisión unos pies preciosamente calzados, después descendió un hermoso vestido y una delicada mano, adornada en su dedo anular con un enorme anillo de brillantes, tomó apoyo en la ruda diestra del lacayo.
Con paso decidido avanzó hacia la tienda, fue entonces cuando le vio… ese mendigo se dirigía hacia ella, tal vez tocaría su vestido y tendría que tirarlo ¡con lo que le gustaba aquel vestido!, su rostro mostró el desprecio que sentía, ¡por supuesto que no le daría ni unas monedas a ese niño mugriento!.
Intentó cambiar su trayectoria, pero el barro del camino hacía dificultoso su paso, las prisas por alejarse del muchacho consiguieron que su cuerpo se tambaleara, la sostuvo una pequeña mano que impidió su caída, ofendida compuso su vestido y siguió caminando con soberbia altivez, mientras el pequeño guardaba en su bolsillo algo realmente valioso.

                                                                                      menCar

martes, 1 de noviembre de 2011

EL DENTISTA


Mirar la sala ya me asusta,
no quiero sentarme en la silla
su voraz aspecto me espanta,
me produce pesadillas.
No me mire doctor de ese modo,
su mirada mal interpreto
y esa seriedad en su cara
me causa mucho respeto.
¿Por qué me acomoda si no quiero?
le estoy pidiendo piedad,
no siga con el intento
¡estallará mi órgano vital!
Deje por favor las tenazas,
no me sea usted cabezón,
que a costa de parecer un cobarde,
yo me voy de este salón.
Prometo no quejarme más
de este dolor de muelas,
con un vaso de anís se pasa,
como me dijo mi abuela.

menCar