domingo, 2 de octubre de 2011

POR LOS QUE VIVEN SIN CIELO

Renuncio a mis horas de luz,
a mi aura de seda,
al trocito que me pertenece de cielo
repleto de almas buenas.
Renuncio a la solemne vida
que allá entre nubes me espera
para calmar las heridas
que arrastro de tantas guerras.
Renuncio a la dicha eterna,
 a la paz de alma
a las buenas formas que predican en actas.
A todo renuncio por un simple encuentro
entre vidas rotas y huesos sin techo,
para que todos aquí abajo
recibamos un mismo cielo,
sin importar el estatus
que abrigan los miedos.
Que yo no soy más que tu
ni nadie supera mi credo,
porque hay corazones que laten
en un perpetuo invierno.
Y renuncio… sí,  yo renuncio
para que aquellos que no son “nadie”
vivan tu mismo sueño...
menCar

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