Mi mano no tembló cuando el cuchillo encontró resistencia, el pobre infeliz se negaba a morir, pero yo quería para mí su último aliento. Fue entonces cuando cometí el mayor error de mi vida: le miré a los ojos (nunca hasta hoy lo había hecho), supe entonces que vagaría por las dunas del desierto hasta que mi alma encontrara la luz.
menCar
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