domingo, 22 de enero de 2012

MICRORELATO SUCEDE EN LA GUERRA

Tantos gritos desesperados hicieron silenciosos mis oídos, tanta desolación ciegos mis ojos y la muerte… ¡cruel a mi razón!, por eso no dudé en matarle, estaba ahí, tendido en el suelo pidiendo piedad, pero yo ya no tenia, tampoco sé si algún día la tuve.
Mi mano no tembló cuando el cuchillo encontró resistencia, el pobre infeliz se negaba a morir, pero yo quería para mí su último aliento. Fue entonces cuando cometí el mayor error de mi vida: le miré a los ojos (nunca hasta hoy lo había hecho), supe entonces que vagaría por las dunas del desierto hasta que mi alma encontrara la luz.

menCar

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